miércoles, 22 de abril de 2015

LA MEJOR HERRAMIENTA DEL MUNDO CONSUMISTA: LA MUJER


LA MUJER IDEALIZADA



La ferviente imaginación masculina históricamente ha hecho de la mujer un conglomerado de imágenes, de alegorías y de símbolos, supuestamente bien intencionados, pero que en realidad la falsifican y suplantan. Siempre se ha idealizado a la mujer para excluirla y para mantenerla en una especie de minoría de edad.

La ferviente imaginación masculina históricamente ha hecho de la mujer un conglomerado de imágenes, de alegorías y de símbolos, supuestamente bien intencionados, pero que en realidad la falsifican y suplantan. Siempre se ha idealizado a la mujer para excluirla y para mantenerla en una especie de minoría de edad.
Los griegos, que en la vida práctica le negaron a las mujeres la razón y el alma, aislándolas además en apartados gineceos, crearon a Afrodita, encantadora diosa-mujer, símbolo de los placeres del amor y la belleza, asimismo, imaginaron mujer la inteligencia y la representaron en la figura tutelar de Palas Atenea, como expresión de la virtud del saber, de la inteligencia del arte, de la prudencia ciudadana y, contradictoriamente, también diosa de la guerra, como queriendo señalar que la guerra puede llegar a ser un asunto racional.
Los pueblos paganos, al parecer, libres de la gazmoñería, la simulación y los enmascaramientos, sacralizaron los atractivos femeninos y los arrebatos de la sexualidad, pero también escondieron, cual hato y cual trofeo a las mujeres, en harenes y serrallos. Con el advenimiento de la edad media cristiana y sus valores, bajo la hegemonía cultural impuesta por la Iglesia, se asoció sexo a pecado y la riqueza erótica devino resentimiento y culpa.
La concepción teocéntrica del mundo responsabilizó a la mujer de las de la carney le reprimió entonces sus anhelos; la redujo a la sola condición de esposa y madre, la ubicó tras las rejas de los confesionarios, la encerró en monasterios, conventos y abadías. Por desconocimiento e ignorancia de su espiritualidad y de su fisiología la temió, la hizo bruja, y simultáneamente decidió divinizarla como modelo de maternidad y de pureza.
La irrupción del modo burgués de producción, con su proyecto de desencantamiento racional del mundo, des idealizó a la mujer y bajo el imperio del ritmo y de los cronosistemas de la gran industria, la redujo en las fábricas, la hizo obrera, objeto mercantil y marioneta de vitrina.
El 8 de marzo de 1857 las obreras textiles en New York, se levantaron contra los onerosos contratos laborales que les imponían más de 14 horas diarias de trabajo. Desde entonces las mujeres han venido expresando su contenida rebeldía y hoy reclaman el derecho a su individualidad, una mayor participación autónoma en la vida intelectual, laboral, política y cultural; superar los cuestionamientos a su condición biológica y esa arcaica injusticia patriarcal que la idealiza y exalta en teoría, mientras impone inequidad y humillación en la vida real.
La mujer contemporánea, cortando ataduras con la androcracia y el machismo y a pesar de que aún se la encierra, ya sea como recatada ama de casa o comode burdel, persiste incontenible en ese femenino que denominara Goethe y en él radica ese ancestral poder de seducción y encantamiento que obliga, en todo caso, a su idealización

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